Decir adios.

Con este dibujo anuncio mi salida de ;v; La pasé muy bien, de verdad, pero no creo poder mantenerme activa por diferentes razones, y creo que varios ya se veian venir esto.. Los extraniaré un montón, Cynthia fue el primer personaje que roleé en dA y PT mi primer grupo de rol. Me gustaria quedarme, pero no puedo sabiendo que estoy ocupando un lugar que alguien mas podria ocupar siendo util /o/.

Narración de Cynthia:


La primera maniana del año recibí una carta.

Ya sabia que mi abuela se había ido del pueblo, me mantenía al contacto con ella (Mejor dicho, ella se mantenía en contacto conmigo.) por lo que cuando vi su nombre en el sobre no me sorprendí. Supuse que sería una felicitación cotidiana, hipócrita como solo ella sabe mandarlas.

Tuve que leerla varias veces; mi sonrisa se borró. Tan rápido.

Los ojos me ardían.

Ella siempre decía que una señorita no debe llorar nunca. Ni siquiera en privado. Pero mi abuela no estaba aquí ahora.

Así, esa noche me vi a mi misma haciendo las maletas a escondidas del team cuidando que Taylor no se despertara; con los ojos ardiendo. No supe si fue cuando empacaba las bufandas o cuando guardaba los regalos de navidad que mis compañeros me habían dado recientemente que lo sentí.

El rostro empapado, y los ojos ardiendo.

La nariz me picaba mucho, como cuando tienes ganas de llorar, y los labios me temblaban, como cuando tienes ganas de llorar.

Los ojos me goteaban como cuando lloras. Y tenia las mejillas húmedas como cuando lloras.

Pero yo no estaba llorando. Las señoritas no lloran.

Cerré la mano derecha en un puño, y la carta de mi abuela se arrugó antes de poder tirarla a la basura.

"Cynthia.

Comenzarás tus estudios para encargarte del negocio de la familia. Te espero en casa de tu padre en dos días.

Sabes lo que significa.

Tu abuela,
Evelyn."


Miré el cuartel, apenas iluminado por la luz de madrugada. En una hora o dos, mis amigos se levantarían y verían las notas que les dejé a cada uno.

Como me ardían los ojos.

Pero como siempre, sonreí, sabiendo que Arkhaios siempre sabe mantenerse en pie. Ellos estarían bien sin mi.

Con ese pensamiento me di la vuelta y comencé a alejarme hacia la plaza, y en unas horas, estaría fuera del pueblo.

El sueño se había terminado.